Está de moda reciclar, convertir latas en macetas, un botellín en candelabro o los posos del café en una mascarilla energizante para la cara!!
El olor a café es de los más ricos que hay y la idea de usarlo como cosmético me pareció buenísima… Las mismas propiedades estimulantes que tiene el café cuando lo bebemos, pueden ayudar a nuestra piel a mejorar la circulación si lo aplicamos sobre el rostro y dejamos que actúe sobre las capas superficiales.
Con tres cucharadas de café recogidas del filtro de la cafetera y sólo dos de leche, preparamos un “pastiche” que extendemos sobre el rostro (masajeando un poco a la vez que la aplicamos). Aguantamos unos 20 minutos con ella puesta y aclaramos. Veréis qué luminosa y fresquita deja la piel.
Esta mascarilla es ideal para pieles maduras, aunque nunca está demás aportarle luz y viveza a la piel.
Y os doy un consejo que leí en Twitter: “He descubierto que si en vez de beberte el café, te lo tiras por encima, te despierta aún más”.
Os veo mañana! 😉