Tras una semana de gripe tras catarro (todos salvo yo fueron cayendo en el virus) por fín hemos podido disfrutar de un par de días tranquilos y felices 😉 .
Sin proponernos que este fin de semana estuviera dedicado a reflexionar sobre el matrimonio, parecía que todo nos llevara a hablar y pensar en la trascendencia que tiene.
El viernes por la noche, cita y cena solitos, tiramos de canguro y salimos como lo hacíamos hace cinco años. El sábado por la mañana comenzamos un curso al que nos apuntamos juntos y que trata sobre “el amor matrimonial”. En estos cursos se trabaja sobre un caso real de una pareja con algún tipo de problema y se observan y comentan ambas posturas. Después se trata de llegar a una solución. El remedio nunca pasa por un sólo gesto o una palabra mágica sino que requiere de un cambio de actitud muy profundo. Me gustó mucho una frase de la ponente, “no existe el amor eterno, existe el amor trabajado”, con esto quería explicar que sin esfuerzo y cariño el amor está condenado a extinguirse, igual que un fuego que desatiendes, se apaga.
Esa misma noche mi hermano se ofreció a quedarse con los peques para que fuésemos al cine… Rápidamente le cogimos la palabra! Qué maravilla!!. La película que vimos fue “La Teoría del Todo”, y a pesar de las buenas expectativas que teníamos por las críticas no nos decepcionó. Se trata de un film que muestra la complicada vida del físico Stephen Hawking. Comienza en los años sesenta, cuando Hawking se encuentra estudiando un doctorado, antes de que su enfermedad entre en escena. Es ahí, en la Universidad de Cambridge donde conoce a Jane, una estudiante de filología hispánica. Se enamoran y comienzan una relación muy bonita de la que saltan chispas… La enfermedad degenerativa y mortal que le descubren a Hawking saca lo mejor de ese amor: entrega, desinterés, ternura, comprensión… El desarrollo de la peli está muy bien llevado, pues muestra personas muy imperfectas que buscan la felicidad y que sobre todo se agarran a la vida. La fotografía y los efectos realistas de la lente hacen que seas capaz de imaginar aún mejor cómo se sienten los protagonistas.
No es una historia de cuento con final perfecto, pero a mí consiguió hacerme pensar aún más en la importancia del matrimonio (que es saberse querido y querer en cualquier circunstancia) en la felicidad personal.